jueves, 10 de abril de 2014

"Antígona o la caridad" en "Falsificaciones" de Marco Denevi

      ANTÍGONA, O LA CARIDAD
     ¡Cuidado! Edipo acaba de morir. Y sobre ese cadáver tibio y cubierto de andrajos Antígona llora lastimeramente. Pero cuidado, digo. Porque Antígona está pensando para sus adentros:
    "¿Y ahora? ¿Qué será de mí? He pasado mis mejores años dedicada a cuidar de mi padre viejo y ciego. Pero mientras él vivía y yo, su hija predilecta, lo guiaba por los caminos, las gentes salían a mi encuentro, me bendecían me hacían entrar en sus casas, me daban de comer, llegaron a ofrecerme regalos. Yo era respetada, admirada, agasajada. Creo que he sido más famosa que mi padre. Tenía el porve­nir seguro. Me sentía feliz. ¿Y ahora? Anciano egoísta, des­pués de exprimirme como a un limón te mueres y me dejas abandonada. Sola ¿a qué puerta llamaré? Madura y fea ¿quién se interesará por mí? ¿Éste es el premio de mis sacri­ficios? ¿Así se me despide, como a una sirvienta inválida? Luego de tantos años de ejercer mi profesión de hija carita­tiva no estoy en condiciones de aprender una nueva. No sé hacer otra cosa que extender la mano y, componiendo un semblante patético, excitar la piedad ajena. Pero necesito la compañía de un desdichado. De lo contrario una solterona no excita la piedad, sólo provoca la indiferencia o el despre­cio. Repito: ¿qué será de mí?
    Ved cómo cesa de llorar, cómo levanta la cabeza y hace girar los ojos ávidos. Escondamos a nuestros tiernos hijos: Antígona no vacilaría en volverlos huérfanos. Ocultemos a nuestros padres: Antígona sería capaz de convertirlos en nuevos Edipos ciegos. Nadie es más temible que una Antí­gona sin  ocupación.

En Falsificaciones de Marco Denevi