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Jueves 05 de mayo de 2011 | Publicado en edición impresa
Teatro
/ Drama / BUENA
Más liviano que el aire
Betiana Blum desarrolla una labor minuciosa para componer a una anciana.
AUTOR: FEDERICO JEANMAIRE / DIRECCION Y ADAPTACION: GABRIELA
IZCOVICH / INTERPRETES: BETIANA BLUM, JUAN BARBERINI / ESCENOGRAFIA:
ALICIA LELOUTRE/ LUCES: ELI SIRLIN / VESTUARIO: GABRIEL
LAGE Y LORENA DIAZ / MUSICA ORIGINAL: LUCAS FRIDMAN / ASISTENTE
DE DIRECCION: MELANIA BARREIROS / SALA: TEATRO REGINA
/ DURACION: 60 MINUTOS
Un joven ingresa por la fuerza a
robar en un edificio e intenta tomar de rehén a una anciana. La obliga a
llevarlo a su departamento. La mujer, sumamente astuta, termina encerrándolo en
uno de los baños de la casa.
De allí en más comenzará a darse
entre ellos una relación muy especial. La furia del muchacho encerrado, que
busca miles de excusas para poder escapar, no hará mella en la conducta de esa
mujer que aprovecha la situación para modificar algo de su monótona vida, obligará
al delincuente a escuchar algunas de sus historias familiares, mientras va
mostrando aspectos del armado de una cotidianeidad. Mientras pasan los días,
algo de ambos se modifica.
La novela de Federico Jeanmaire,
Premio Clarín en 2009, es el punto de partida de esta experiencia. Una muy
ajustada adaptación de Gabriela Izcovich posibilita que la protagonista
adquiera una carnalidad muy delicada; tornándola una anciana que, aún con sus
años, atraviesa estadios en donde deja ver no sólo su inteligencia y su
sagacidad, sino también cierta ternura cuando recuerda hechos de su familia o
cuando, por momentos, intenta adoctrinar al joven al que mantiene encerrado
sobre las posibilidades de llevar una vida diferente, alejada de la violencia y
el delito.
En un marco escenográfico
atractivo que concibió Alicia Leloutre y que pinta muy bien el ámbito de vida
de una mujer mayor, Betiana Blum desarrolla una labor minuciosa a la hora de
componer a ese ser para quien la soledad es una moneda corriente, que está
llena de tics propios de la edad y que se sostiene siguiendo una rutina tan
armada, que es la que ahora se ve trastocada con la irrupción de ese joven
malhechor.
DESPROTEGIDA
Hay dos cuestiones que debilitan
algo el trabajo de la intérprete. Por un lado, ella no termina de incorporar
por completo a ese muchacho que mantiene bajo encierro, y esto hace que en
algunos pasajes se la note realizando una tarea muy en soledad y queda un tanto
desprotegida en escena. Por otro, no siempre los parlamentos del joven llegan
con claridad a la platea, con lo cual algo de lo que él aporta en la
construcción de la relación se desdibuja.
Aun así, el espectáculo es muy efectivo. Betiana
Blum le impone mucha ternura a esa mujer quien, a poco de comenzado del
espectáculo, ya se ha convertido en un ser muy entrañable para los espectadores.
Carlos Pacheco