domingo, 25 de marzo de 2012

CARACTERÍSTICAS DE LAS LEYENDAS DE BÉCQUER

Características de las leyendas de Bécquer

La mayoría de los entendidos clasifican las leyendas de Bécquer en tres grupos: las tradicionales, las fantásticas y las exóticas.
Las tradicionales, están influidas por los escritos de Zorrilla, y, aunque con un toque becqueriano, pueden ser consideradas de honor y de honra, como por ejemplo "La promesa", "El Cristo de la calavera".
Las fantásticas son relatos sobrenaturales y simbólicos como "Los ojos verdes", "El monte de las ánimas", "El rayo de luna", "Maese Pérez el organista", etc. Hay que destacar que la mayoría de las leyendas pertenecen a este grupo.
Y, por último, las leyendas exóticas, de influencia hindú o árabe como "El caudillo de las manos rojas" y "La Creación". En estas leyendas no se ven tan bien representadas las "típicas" características de Bécquer, referidas principalmente a los dos primeros grupos de leyendas.
Las características generales de las leyendas son:
• Presencia de un mundo espectral, sobrenatural y misterioso, que muchas veces utiliza para presagiar los episodios, como en "El monte de las ánimas":
"Y cerrando los ojos intentó dormir; pero en vano había hecho 00 el esfuerzo sobre sí misma. Pronto volvió a incorporarse, más pálida, más inquieta, más aterrada. Ya no era una ilusión: las colgaderas de brocado de la puerta se habían rozado al separarse, y unas pisadas lentas y sonaban sobre la alfombra..." "... Separó las cortinas de seda del lecho, y ya se disponía a reírse de sus temores pasados cuando de repente un sudor frío cubrió su cuerpo... Sobre el reclinatorio había visto sangrienta y desgarrada la banda azul que fue a buscar Alfonso."

• Pasa de lo real a lo fantástico, llegando a introducir datos históricos en sus relatos que los hacen más verosímiles, como en "La Promesa", en la que habla de la batalla que realizó Fernando IV, a la que el Papa dio el carácter de Cruzada:
"...Circulaban en todas direcciones multitud de soldados que, hablando dialectos diversos y vestido cada cual al uso de su país, y cada cual armado a su guisa..."

• Presencia de ambientes nocturnos, de ruinas, en los que está casi siempre presente la luna. Bécquer gustaba de monasterios e iglesias.
"Algunas veces llegaba su delirio hasta el punto de quedarse una noche entera mirando la luna, que flotaba en el cielo entre un vapor de plata..."
"...Aún quedaban en pie restos de los anchos torreones de sus muros, aún se veían, como en parte se ven hoy, cubiertos de hiedra y campanillas blancas los macizos arcos de los claustros, las prolongadas galerías ojivales de sus patios de armas en las que suspiraba el viento con un gemido..." (El rayo de luna).

• Presencia de un enamorado, ya valiente, ya frágil que desafía a todo por los deseos de su amada, y acaba siendo condenado. Otras veces, aunque aspirando a un amor natural, acaba siendo destruido por una amada sobrenatural o espectral.
"¿La ves? –parecía decirme mostrándome la joya- Pues no es tuya, no lo será nunca..., nunca..."
"¿Qué virgen tiene esa prisa?
-La del Sagrario- murmuró María
-¡La del Sagrario!- repitió el joven con acento de terror- ¿La del Sagrario de la catedral!...
Y en sus facciones se retrató un instante el estado de su alma, espantada en una idea...”... "Yo se la arrancaría para ti, aunque me costase la vida o la condenación". (La ajorca de oro).
• La amada es inalcanzable, malvada la mayoría de las veces, que conduce al hombre a la perdición. Es siempre bella, muy bella y ha de tener algo que la haga misteriosa.
“Yo la he de encontrar, la he de encontrar; y si la encuentro estoy casi seguro de que he de conocerla... ¿En qué? eso es lo que no podré decir..., pero he de conocerla. El eco de sus pisadas o una sola palabra suya que vuelva a oír, el extremo de su traje, un solo extremo que vuelva a ver me bastará para conseguirlo..." (El rayo de luna)

• El tiempo tratado en las leyendas es siempre pasado, preferiblemente el de la Edad Media, con batallas, juras, duelos, torneos, gloria, fama...
"El Rey de Castilla marchaba a la guerra de moros, y para combatir con los enemigos de la religión había apellidado en son de guerra... (El Cristo de la Calavera).
• Por último, añadir que Bécquer muchas veces añade comentarios críticos, satíricos o irónicos la final de sus leyendas, como en "El Rayo de Luna":
"Cantigas..., mujeres..., glorias..., felicidad..., mentira todo, fantasmas vanos que formamos en nuestra imaginación y vestimos a nuestro antojo, y los amamos y corremos tras ellos. ¿Para qué? ¿Para qué? Para encontrar un rayo de luna.
Manrique estaba loco; por lo menos todo el mundo lo creía así. A mí, por el contrario se me figura que lo que había hecho era recuperar el juicio..."